Girando una esquina, aparece con la elegancia de un ángel y el desdén de un dios, Marco Antonio.
“Mi querido, queridísimo Audy. ¿Por qué no vienes nunca a vernos? Nunca es mucho tiempo, más para nosotros. La corte es divertida aunque está llena de vejestorios, ya me entiendes. Oh, pensarás que yo tengo mis buenos 2000 años pero sigo siendo joven, como tú, apasionado… como tú… - y le sonríe mostrando los dientes -. Este aire melancólico que arrastras te favorece, no lo niego, pero si fueras más alegre y dado a las visitas podríamos divertirnos juntos.
(Suspiro) Pero ya que te empeñas en vagar por las nunca tranquilas calles de la ciudad y restar inmune a sus encantos, mi sire me ha enviado a avisarte - se coloca al lado de Audy y acaricia un mechón de sus cabellos -. No conviene estar solo.”
A lo lejos, un desgañitado rugido seguido de un grito de lamento. Los dos vampiros se giran en la dirección de donde proviene y se miran interrogándose. La ciudad sigue su ritmo: taxis amarillos y negros circulando esquivando a motoristas imprudentes, humanos entrando y saliendo del McDonnals, riendo, montando jaleo. Nada ha cambiado, el grito no ha sido audible para ellos.
“¿Crees que pueda ser uno de esos perros que han ocupado Central Park? - pregunta Marco Antonio sin esperar respuesta -. Es igual, no me importa. No olvides mi consejo y, si decides visitarnos, prometo algo apetecible a tu paladar”.

Emoción total.....
ResponderEliminarjajaja espero entenderle al blog
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