viernes, 31 de enero de 2014

Jenofonte pacta con el cazador


Parecía imposible, pero los hechos desmentían esa posibilidad, ese cazador me había visto y se me echaba encima mientras desenfundaba una espada con forma de cruz, bonita pero poco práctica ya en estos tiempos cuando basta presionar un botón para que el infierno descienda sobre la tierra. No entendía como osaba hacer tal cosa, parecía fuerte pero nunca lo suficiente para enfrentarse con alguien como yo. Sin embargo la iniciativa es media batalla por lo que reaccioné lanzándome sobre él y agarrándole con una mano del cuello separando su cuerpo del suelo mientras con la otra mano sujetaba su brazo armado. Antes de que se diese cuenta estaba clavando mis dedos sobre su garganta dispuesto a acabar con él y seguir dedicando mi tiempo a cosas más importantes, el ladrón de almas no iba a detenerse y preveía que pronto se iba a declarar una guerra a muerte como no se veía desde hacía siglos, pues ese ser distaba de ser alguien fácil de eliminar, estaba seguro de que iba a traer muchos problemas. Pensaba destrozarle la garganta cuando noté algo y le miré a los ojos, y fue entonces cuando le reconocí, no como quien era sino como lo que era, y algo que esperaba desde hace tiempo despertó en mi. Me sorprendí a mi mismo manteniendo la presión, no era cosa de fiarse, y dirigirme a él con estas palabras:
-Dime, joven, ¿quieres vivir o estás deseando la muerte?
-¿Qué es la vida sin honor, sin alma?, antes muerto ahora mismo que vivir siendo alguien como tú.
-¿Y cómo soy yo?
-¿Quieres jugar conmigo, te divierte?, acaba de una vez.
-¿Por qué tanta prisa en morir?, crees que lo sabes todo pero no sabes nada, crees saber quien soy, y no sabes nada de mí.
-Eres un vampiro, no necesito saber más para querer acabar contigo, sois de la marca de Caín, hijos del diablo, sólo hay invierno en vuestros corazones.
¿Y quién eres tú para decidir sobre la vida y la muerte de nadie, para juzgar y ejecutar?,  ¿eres Dios acaso o uno de sus profetas?
-Soy su mano vengadora.
-Que arrogante, hablas de cosas como si supieses algo, pero son sólo prejuicios, frases hechas por otros que has copiado en tu alma sin preguntarte que hay de verdad en ellas. Es cierto que muchos vampiros llevan una vida harto censurable, pero no es la marca de Caín como crees quien les ha llevado a eso que son.
-¿Qué es entonces?
El poder, el tremendo poder que nos otorga esa marca, por llamarlo de una forma que la entiendas, como ocurre con la mayoría de los mortales, en eso no hay diferencia entre unos y otros. Un gran poder necesita una persona de elevado espíritu para no caer en el lado oscuro, incluso las buenas intenciones suelen llevar a él cuando nos creemos mejores de lo que somos, mas fuertes de lo que somos, mas amables de lo que somos. Y aunque entiendo que me llames hijo del diablo por lo que habrás podido ver o escuchar por ahí, no es mi caso, yo tengo un padre mucho mejor.
-¿Qué vampiro fue tu padre?
-Aunque el vinculo entre un vampiro y quien lo convirtió es muy fuerte y suelen llamarse padres y vástagos entre ellos, no es mi caso, mi padre fue mucho más fuerte de lo que ellos serán jamás, mi padre fue Sócrates.
-No puede ser, murió hace… no puede ser que seas tan antiguo, ¿acaso eres…?
-Soy quien tu crees, Jenofonte de Atenas, discípulo de Sócrates y compañero en el discipulado de Platón, a quien seguro has leído, como espero hayas leído también mis libros. Y volviendo a la pregunta inicial, ¿quieres vivir o morir?, no te convertiré en un vampiro.
-¿Cómo es posible que siendo vampiro seas filósofo?, ¿quieres engañarme?, ¿Cómo has evitado ser un monstruo como los demás?
-Lo que es és, y no puede dejar de ser, pues i pareciese que si, sería porque nunca ha sido.
-¿Qué?
-Sólo las formas cambian, nunca la esencia, cambia lo que parecemos pero nunca lo que somos, el poder no los transforma, solo los muestra como realmente son, sólo la compasión y el amor transforman, sólo eso nos eleva por encima de nosotros mismos. Cuando fui convertido evité caer en el lado oscuro porque tenía la mejor arma para ello, la filosofía, las enseñanzas de mi maestro que siempre me acompañan, y de otros maestros que he tenido, pocos pero de gran altura, como Plotino, Amonio Sacas, Epícteto, etc, que supieron ver lo que soy dentro de lo que parezco. Por tercera y última vez, ¿quieres vivir o morir?
-Vivir, pero, ¿a cambio de que?
-Nos enfrentamos a un gran peligro en esta ciudad, habrás oído hablar del ladrón de almas, está acabando con muchas vidas de una forma muy inusual, pues no deja marcas de ningún tipo, y no conozco ningún ser con ese poder, necesito tu ayuda para encontrarle y acabar con él.
-He oído que ofrecen una gran recompensa por su cabeza.
-Lo sé, el príncipe de esta ciudad, pero nada de lo que pueda ofrecer me puede interesar, a menos que tenga algún original de alguna obra perdida  de algún filósofo de la antigüedad que no haya visto y leído aún, en la biblioteca de Alejandría se quemaron varias veces, y alguien de quien prefiero no acordarme fue el responsable de una de ellas.
-Eso me interesa, seguramente sea un vampiro o algo parecido, y a fin de cuentas soy un cazador, ¿cómo puedo ayudarte?, por cierto, si me soltases sería un gran alivio para mi cuello.
-De acuerdo, le dije mientras le soltaba, puedes ayudarme a encontrar información, no se me da bien la luz del día, y hay muchos lugares a los que mi aspecto a pesar de tan distinguido molesta a los mortales por lo que intento evitar escandalizarles con mi presencia, esas cosas que yo no puedo hacer tú podrías hacerlas, visitar bibliotecas, hospitales, hablar con personas como alcaldes, concejales, contratistas, carteros, barrenderos en pleno dia sin llamar la atención. Yo controlaría la información desde que se pone el sol y tu desde que nace el dia, después juntos podríamos acabar con ese ser.
-Me resulta extraño colaborar con un vampiro en lugar de intentar matarlo, pero me gusta la idea, aunque después probablemente debamos volver a combatir.
-Probablemente, pero dejemos que el mañana se ocupe de sus problemas y nosotros ocupémonos de los problemas de hoy, quien sabe donde estaremos mañana, o la semana que viene, o dentro de cien años. Sellemos este pacto con un apretón de manos y partamos cada uno a cumplir con su parte del trabajo.
-¿Qué hay de los demás vampiros, debo dejar de cazarlos?
-Tu pacto es conmigo, si tu destino cruza tu camino con otros vampiros y consideras tu deber acabar con ellos, no seré yo quien te lo impida, pero tampoco te ayudaré en eso, sólo te protegeré cuando estés conmigo o cuando el peligro sea como consecuencia del pacto que hemos firmado.
-De acuerdo, ahí tienes mi mano.
Y con este gesto partieron ambos a cumplir con su deber.

3 comentarios:

  1. Me encanto!!!! no, no le muevas nada esta muy bien! :)

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  2. Juju, qué locos pero muy buena acta. Me imagino a Jenofonte con gafas leyendo un libro y no puedo parar de reir xD

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  3. Juju, qué locos pero muy buena acta. Me imagino a Jenofonte con gafas leyendo un libro y no puedo parar de reir xD

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