“El Ladrón de Almas”
MEDEA
La última vez que el sol,
acaricio su piel, también había sido un día soleado como aquel. A diferencia de
la ordenada vegetación del central Park
que le rodea, aquella vez Medea se
hallaba exactamente en la misma posición, tumbada boca arriba, cubriéndose con
el dorso del brazo los ojos, espiando
los rayos, tratando de ver sin quemarse la retina, al sol brillar; se quedó ahí, a la entrada del templo de Minerva hasta que la puesta del sol, le permitió
contemplar el orbe naranja a su gusto.
Pertenecer a la familia Bizanti,
era una suerte, para cualquier miembro. Ser mujer en su familia, le garantizaba poder ser entregada
a cualquier gran portento militar a cambio de una alianza conveniente que perpetuase la posición y poder de su apellido familiar, que suerte y
que responsabilidad tan grande para una chiquilla,- apartaos, apartaos de mí, temor, que no ha de pasar jamás- susurro
haciendo ademanes con los brazos, hacia el sol. Era obvio que ya se estaba haciendo vieja, 19
años y casadera, era toda una anormalidad, según las costumbres, no podría lograr que sus futuros maridos la rechazasen
eternamente.
Los conflictos políticos habían
crecido tanto, la lucha y guerra civil había estallado, todos contra todos,
hombres, contra hombres, que no importa que excentricidad revele, era demasiada
atractiva para cualquiera que necesitara de dinero y apoyo político en esos
días.
Ese día, recuerda con una sonrisa
amarga en el rostro, Su padre había invitado a desayunar a un militar de
tierras lejanas, misteriosamente, la había convocado a participar de la mesa,
lo cual no era una costumbre para una mujer, no se extrañó en lo más mínimo,
cuando la única comunicación que recibió fue, la orden de vestir, sentarse,
comer y marcharse. Su padre estaba exhibiendo la mercancía que ya estaba
vendida, el ya no permitiría, una charla previa, un encuentro casual con el
futuro… la única opción, era desertar, y dejar atrás a todo y a todos. A donde
iba no necesitaría más que a ella misma.
Y hecho a correr, con la túnica de gala y las sandalias en las manos, hasta que
llego al lugar donde estaba su última opción.
–Tengo los días contados maestro. Ni te imaginas quienes están tocando a
las puertas de mi padre todas las noches, en cualquier momento me han de mandar
llamar para marchar en caravana al palacete de mi nuevo dueño marido. Ud. no me
ama, pero yo no dudo cuando le digo que amo más allá de mi misma la
libertad y el tiempo para disfrutarla.
Aunque no te veo, te siento y te sigo… comparte conmigo algo más que tu sangre.
Estoy Lista.
Los últimos rayos del sol morían
y junto a la oscuridad apareció caminando desde detrás de la estatua de la
diosa, la sombra de un hombre alto y macilento, una capa cubría su silueta y lo
hacía ver amenazador, canturreaba una canción
mientras con la mano extendía, se acercaba a ella y le dejaba ver su
rostro a la discípula.
–
Tan
impaciente y curiosa criatura eres
Medea, y me temo que serás, perfecta, te has dejado consumir por la
desesperación y la curiosidad, me has dado tu venia para tomarte, en más de un
sentido. Tan desesperada estas Hija de los mortales que vienes a mí a
entregarte cual ¿Inocente?, entiende que has cambiado una existencia mortal por
una incertidumbre… que riesgo tan grande, es seguro que está loca. … Entonces…Ven a mí.
–
Maestro
con todo respeto, en ningún sentido soy Inocente, te recuerdo que todo te lo he
entregado, ni en mi mente existe algo que no hayas forzado, tal vez, maestro
sea Ud quien subestima a los mortales, el motivo por el que espere hoy, es el
mismo que el de mi padre… Hoy es el día de mi nacimiento. ¡De me un abrazo en
congratulación!- carcajada- Voy con Ud
sin duda sin miedo.
–
Estas
Irremediablemente loca Medea.
–
Es una
afirmación retórica. Sí. Maestro.
Durante el día el parque perdía
toda su serena belleza, los humanos, eran demasiados, y lo plagaban todo, con sus mascotas, con sus
niños y sus problemas, los celulares,
eran una maldición, cuantas veces tenía
que contenerse para no seguir las
conversaciones absurdas de todos. Piensa para sí misma Medea, mientras se
incorpora y se cubre con un vestido suelto a modo de toga, descalza da una última
mirada a su alrededor y camina hacia el algo, dispuesta a darse un último chapuzón,
cuando una voz profunda la interrumpe,
no está segura si todos la pueden oír o solo está en su cabeza… es tan fuerte y
clara que duda un instante.
–
Venid a mí, mis fieles,
os reclamo….
Completamente Inmóvil, escucha a sus voces,… el mensaje es claro y
todas le piden que marche pronto, ese algo la llamaba y seguro es que habrá
oportunidad de ver y saber más de él.
–
Venid a mí, mis fieles,
os reclamo…..- Un dolor intenso,
acompaña las ultimas silabas de la petición, provocando una risa burlona en ella.
–
Bien, bien, que
impaciente… allá voy – responde mientras
se cambia y se dirige hacia ella. No recuerdo el camino solo el olor, y me
rehusó a sentirlo de nuevo… tendrás que guiarme.
Minutos más
tarde, se encuentra en el interior de las cloacas, caminando en línea recta,
una tenue luz la guía, quizás ahora
alucine visualmente, pensaba y se burlaba, sin detenerse. Unas voces,
lejanas, captan sus atención. Se había adentrado tanto, que era
imposible que fueses seres ordinarios, sonríe y oculta en las sombras, acompaña
al trio más inverosímil que había visto en su vida.
- Y tú que pensabas que el ladrón de cuerpos
era lo más interesante de estos lares…. Estos tres están por encima de las
expectativas…- Que hace ese humano, aquí en New York…, un hombre lobo
castiiiiiiiiiisimo – jajajaja- y ¿Jenofonte?, en las cloacas…. ¡JUNTOS! Y de la mano, cantando la ronda juntos hacia
la boca del lobo….. – Oh Jenofonte….
¿Julio Cesar sabe de tus métodos?, será que ahora adopta el pensamiento
Maquiavélico…. No…. Esto huele mal… esto
apesta!..... Oh… estarán tan… muertos….
No tuvo
necesidad de seguir a las luces, de su visión, se dedicó a seguirlos, a
escuchar su conversación y acercarse tanto y tan poco, que casi podía tocarlos
y de pronto estaban en las puertas de roble, y todo su cuerpo y mente se llenó
de Ansiedad, no podía esperar por el
desenlace, casi era toxico, el aura que dejaba escapar, si no fuese por la
presencia del tremeré, ya la habrían
sentido. Todo fue instantáneo, de pronto el Garou, percibió su esencia,- ups,
lo saturé- se descontrolo y en su lugar estaba un Crinos imponente y furioso
que sin dudarlo se lanzó hacia donde el
tremeré descansaba; Kefren, sin
inmutarse sonríe al notar su presencia y ver lo que había provocado.
–
Maestro... No sabía que hubiéramos pedido comida a domicilio.
Los aplausos del ser, no se hacen
esperar. Celebran la broma, sin preocupación, como era evidente, ellos 3 fueron
tomados por sorpresas y están bajo el influjo del tremeré que los vio venir
primero… Ingenuos – pensó y aun oculta en las sombras, observa el desfallecimiento del Crinos, la catatonia
de Jenofonte y el desamparo de Tanayri. Era más de lo que podía soportar… dejándose llevar por la risa descubre su
presencia y de un salto se desprende y de las arañas del techo y cae a los pies
de Kefren, cargando a la humana desfallecida a sus pies, la coloca en brazos de
este sonriéndole.
-
Te
agradeceré que no escojas a más de los
míos, para tus experimentos… y que tampoco hagas a mas… me dedico a la caridad pero a este
paso no podre mantener a todos. – ríe.
Dirige sus pasos hacia la
presencia del otro Tremeré, al que Kefren llama Maestro, y lentamente, hace una reverencia hacia su presencia.
-
Te
escuche ¿Hijo? de Caín, me has llamado, y veo que no es porque
necesites mi ayuda – hecha un vistazo al hombre lobo desmayado en el suelo, al
nosferatu, inmóvil y al cazador de rodillas en shock – Dime…. Acaso necesitas
que me encargue de limpiar tu guarida?… oh…. Entiendo… ¿A él también lo
necesitas?... es bueno que no te dejes guiar por las apariencias…. Hare lo que
me pidas, solo tengo 3 favores que requiero me permitas…
1.
Yo me
quedo con el Humano… es uno de los míos… dame tiempo de saludar a un viejo
conocido…
2.
Al
lobo…. Regálamelo…. por favor…. Hace mucho que no tengo nada ni remotamente interesante
con que jugar.
3.
Y
sobre Jenofonte permíteme dar una recomendación, un antiguo como yo… está por
encima de los problemas presentes, permite que cruce palabras con el… hace
siglos que no me encuentro con uno como yo. No podre convencerle pero obtendrás
lo que quieres.
Luego señor enigma, intentare escuchar solo
lo que tengas que decirme. – carcajada.

No hay comentarios:
Publicar un comentario