martes, 11 de febrero de 2014
El Ladrón de Almas (2)
- ¿Qué ven mis ojos? ¿Animales y vampiros juntos en hermana comunión? - pregunta Kefren sin esperar respuesta -. No estoy hecho para los tiempos modernos.
Jador, transformado en un crinos de tres metros a consecuencia de la intensa peste a Wyrm que se respira y empujado por la ira de la bestia, se abalanza contra el Tremere sin esperar a sus compañeros. En este estado salvaje los Garou no piensan, sólo sienten la fuerza de sus ancestros recorriendo sus venas, el poder de su pueblo en un solo lobo. Gaia te necesita, soldado, sólo tú puedes salvarla... Pero se desploma a los pies del vampiro sin haberlo tocado.
¿Qué sucede? Su cabeza se llena de imágenes de su pasado. Imágenes dolorosas que creyó haber superado. Y más, más atrás. Imágenes de un tiempo remoto, los recuerdos de su tribu... Y todavía más atrás, en el inicio de todo. Y en el inicio estaba él, lo huele.
Jenofonte se da cuenta del poder del Tremere, es un controlador de mentes. No podrán vencerlo sino es con refuerzos. Tiene que huir pero en el exterior es de día y sin el lobo será imposible encontrar la salida del laberinto.
Tanairy, por su parte, se siente terriblemente débil en esta situación. Si pudiera implorar al cielo con rayos de fuego o algo similar... Pero jamás ha visto a ningún cazador con semejante poder. ¡Oh, Dios mío! ¿Por qué permites que habitemos entre monstruos? ¿Acaso no somos tus criaturas más preciadas? ¿Por qué no nos das las armas adecuadas para defendernos? Y cae de rodillas con la cara entre las manos, perplejo, sin saber qué hacer. Está todo perdido.
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