Julio Cesar camina inquieto por el salón. El trono se haya destrozado fruto de su ira. Ha mandado llamar a toda su corte pero son muchos los que todavía duermen y han de esperar que caiga la noche para desplazarse. No obstante, los mensajeros han acudido rápido a avisarles de lo que se avecina: si anoche se declaró la guerra, este noche será la primera batalla. Kefren no se ha conformado con matar humanos leales, ha atacado directamente al consejero real, al Nosferatu Yoda. Si alguien tenía la esperanza de que las aguas se calmaran, ya puede olvidarse. La misma Roma ha enviado comunicado de que sus más aguerridos campeones estarán esta noche del lado del Príncipe de New York. Kefren no sólo supone un peligro para Julio, sino para toda la Camarilla.
Audy, que ha sido invitado a ocupar una de las habitaciones más lujosas de la corte, observa impasible como el Príncipe desgasta el suelo con sus pasos mientras él se enciende un cigarrillo. Quiere volver a insistirle sobre el asunto Kirk pero le parece que no está de humor. Cuando acaben con Kefren ya no tendrá excusas y tendrá que entregarle a su valioso cazador. ¿Podrán Kefren y sus seguidores acabar contra todo un ejército de vampiros? Lo duda, entre las filas de la Camarilla hay también Tremere muy poderosos.
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Kefren, iniciada la ofensiva, también está preparando a su ejército. Se relame de gusto sólo de imaginarse nerviosos a sus enemigos. Atacarán de noche, será más divertido, y al despuntar el día, cuando los otros se retiren, ellos irán a buscarlos a sus madrigueras para asesinarlos sin miramientos. Mañana, piensa, mañana la ciudad será totalmente suya y pasado mañana el mundo entero.
Es hora de ir a hablar con sus aliados. Primero visitará a la dama, que siempre es un placer.
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