lunes, 3 de febrero de 2014
Julio Cesar pacta con Audy
Master.
Qué hermosos, piensa Julio Cesar. Sus cuerpos perfectos debatiéndose en el frenesí del momento, tensándose los músculos, marcando su descomunal fuerza, mientras Audy se clava una y otra vez con toda su rabia en el interior de Marco susurrando entre dientes el nombre de Kirk. Qué orgulloso se siente de su chiquillo, siempre dispuesto a sus órdenes, hasta las más humillantes. No ha dudado en dejarse de alguna manera violar por ese vampiro de corazón humano nacido de la crueldad. Su querido, tan querido Marco, aguerrido en la batalla pero en extremo dulce en la cama. Y he lo aquí, arrodillado, mordiendo el polvo, por amor a su sire.
La ghoul se aparta discreta. Su amo le ha enseñado a desaparecer en esos momentos críticos en que podría perder el control y recibir un golpe o mordisco letal. Algún día será como ellos pero no todavía.
Julio Cesar se acerca por detrás a Audy:
- Dame lo que quiero y yo te daré lo que quieres. Tendrás a Kirk, al real. No será problema para mí localizarlo. Pero antes debemos acabar con la amenaza que se cierne sobre nuestra raza... Aunque estrechar nuestros lazos resulta más urgente. ¿No crees?
Y diciendo esto, Julio desliza un dedo en la hendidura de Audy. Éste se queda quieto, paralizado, tal vez volviendo a la realidad. Ese bello lomo que cabalga, que antaño hubiera cabalgado cien veces con placer, no es el de Kirk, pero le acoge bien, le cubre por completo y calma su ansia. Siente calor aunque su pecho esté frío. Y arremete otra vez al tiempo que Julio se apodera de su cuerpo y entonces sólo existe la brutalidad del placer.
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