jueves, 27 de febrero de 2014

Medea y la Banda.

 Noche 02
MEDEA



-Cariño…. He visto muchas puestas en escena y he sobrevivido a cientos de despertares de Caín…. En todas esas ocasiones, me divertí de lo lindo, esta vez,  debo admitir… la tragicomedia es sobresaliente, le doy un “supera las expectativas”… - le  respondió antes de verlo  levantarse enardecido y empezar su discurso a Kefren - Ese Audy … tan apasionado,  tan puro en sus emociones, retorcido, aun así puro e inocente. …  ¡Como el niño abandonado que es! - Pensó y se respondió así misma.

Estaba sonriendo al contemplar a todos los antiguos y ghouls, estremecerse ante la aparición y desvanecimiento de  la Gatita del príncipe… es posible, pensó, aunque los vejestorios hayan pasado tanto tiempo, sin usar su humanidad, aun podían sentir, no eran solo cascarones vacíos.
Hay protocolos que sin importar el poder y grandeza se respetan, ser grotesco solo es digno de los que no tienen poderío propio. 

- Impulsivo,… herido,…trazos de amor perdido… otra vez- susurro sus voces y fijó la mirada en Julio Cesar. 

Aunque siempre se burlase de él, por costumbre antes que real antipatía, lo que había presenciado esta noche, le había producido una reacción visceral, desde hace mucho no sentía, una sensación tan humana que reconoció como asco; Las  respuestas a las preguntas que Kefren le hiciera  Kat, antes de defenestrarla Kat no las sabia, ella solo disfrutaba de la resonancia de un antiguo amor,  el de Julio Cesar, tan antiguo como el mismo, esa humana, era la mejor copia que había visto, de la grandiosa Reina del milenario Egipto…. Ah seguro ese malvadito de Kefren  ya se había dado cuenta de la “verdad muda”, y la eligió como la peor de las afrentas…

- Hoy me has demostrado lo que necesitaba Julio…. Hoy puedo decir que  has conmovido un poco a este loco corazón.-

Ríe despacio mientras se desplaza con lentitud a través de los hipnotizados vampiros que escuchaban atentamente los gritos de Audy y las respuestas de Kefren, hasta  situarse detrás de Julio Cesar, quien al sentir su presencia, la toma de la mano con fuerza, mirándola con enojo, Le habló con lentitud anormal, como si le costase contenerse o pensar en lo que decía. 

-          Lo que tengas que decir, dilo, si no fuese porque que estas maldita por la fuerza del Malkav,  no te creería tu argumento de locura… háblame Medea.
-           Julio… No importa la locura con la que adorne mis palabras,  siempre es horrorosa la  verdad que encierran…piensa en ella no busques entenderlas… Shhh!….- Se  ponía el dedo sobre los labios, descubriéndose la blanca muñeca, frente a  la boca del príncipe.- Necesito hablarle solo al rincón más íntimo que tienes…- ¡No Julio no, ese no¡... me refiero al otro… por dios… lo que piensas aun en estos momentos… jejeje… Lo que veas, lo que sientas, considéralo un regalo para la memoria de la Reina gata.- Y el príncipe que la miraba confundido, asintió, hundiendo los colmillos en su muñeca, bebiendo rápida y fugazmente de su sangre.

Y la vio, en su bikini con el sombrero de paja enorme y los lentes de sol,  agitados por el viento, en Central park, la muchedumbre caminando y gritando, los niños jugando alrededor suyo, así como los flashes de las cámaras de algunos inadaptados que la inmortalizaban en su locura, la vio terminar de escribir la carta y  dejarla sobre el verde pasto antes de sumergirse en el lago de pronto la visión se congelo en una escena del parque, haciendo un zoom a un ganso, que sostenía en su pico una caja vacía de pop corn mientras  pisaba un cartel  escrito a mano,  con letras rojas : “El enemigo de mi enemigo, es mi amigo”- agitaba las alas como llamando la atención, antes de evacuar una gran cantidad de excremento sobre la basura al lado del cartel. Todo se volvió negro y de pronto, al abrir los ojos  todo era demasiado luminoso, las doradas arenas del desierto reflejaban la luz de la Luna gigantesca sobre su piel  blanca,  mientras se acercaba a los pies de una gran Pirámide en construcción infiltrándose dentro de esta, bajando cada vez más por corredores interminables, en su camino se encontraba y acompañaba a una hermosa mujer de ojos verdes y cabellos negros sedosos, no había sonido solo las imágenes de ambas conversando con sonrisas, la mortal le señalaba las bóvedas, los tapices, que pasaban frente a ellos, Un gran sol, una gran Luna y toda la historia de la novela idílica de los dioses antiguos, la siguiente imagen  fue la de una cama un hombre tenido en ella, con aspecto relajado y complacido. Y luego la nada! El espacio,  el sol y un brusco  despertar a la realidad.

-          Hay cosas muy íntimas que no te permito mirar julio... y otras que no debes saber… aun. Quieres un último consejo de loca a ¿Jefe Militar Inteligente?…. Es preferible tener al amigo cerca, pero al enemigo aún más… Si  hoy vas a hacerle daño a Kefren…  tendré que defenderlo… está en desventaja… mi lado amable y tierno  ¡tiene! que optar por ello… te agradecería que le perdones la vida y a pesar de sus sandeces… lo acojas como un invitado  poco placentero en tus mazmorras.- le sonríe tristemente – Yo también ame a esa pequeña e indecisa reina. 

Julio Cesar estaba inusualmente inmóvil, lo que pasaba por su mente o lo que quisiera hacer con ella, nunca lo dejo saber, solo pudo volver a moverse cuando Medea, le acarició el rostro antes de saltar impresionantemente rápido  y caer, sobre Audy, cogiéndolo del cuello y obligándolo a sentarse.

Lo siento cariño…. No podre ser tu madrastra – Ríe-  Tu papi es muy malvadito… - Le muerde cariñosamente la mejilla,  mientras le susurra al oído, antes de erguirse y caminar hacia Kefren y caminar alrededor de él, jugando con sus cabellos y acariciándole. 

- Eres un chico taaaaaaaaan malo…. Que sé que romperás…. Mi corazón… ¡También!…. que le has hecho a ese pobre chiquillo – mira a Audy – te esperare en casa… no demores  y quiero sepas que si lo haces… aun así te esperare… Uds. los chicos malos, tienen algo que me intriga… dan ganas de hincarte el diente…

Medea ríe a carcajadas…  mientras sale caminando del recinto, agitando la mano  y despidiéndose con una reverencia de cada uno de los invitados.




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