MEDEA
-Cariño…. He visto muchas puestas en escena y he sobrevivido a cientos
de despertares de Caín…. En todas esas ocasiones, me divertí de lo lindo, esta
vez, debo admitir… la tragicomedia es
sobresaliente, le doy un “supera las expectativas”… - le respondió antes de verlo levantarse enardecido y empezar su discurso a
Kefren - Ese Audy … tan apasionado, tan puro en sus emociones, retorcido, aun así
puro e inocente. … ¡Como el niño
abandonado que es! - Pensó y se respondió así misma.
Estaba sonriendo al contemplar a
todos los antiguos y ghouls, estremecerse ante la aparición y desvanecimiento
de la Gatita del príncipe… es posible,
pensó, aunque los vejestorios hayan pasado tanto tiempo, sin usar su humanidad,
aun podían sentir, no eran solo cascarones vacíos.
Hay protocolos que sin importar el poder y grandeza se respetan, ser grotesco solo es digno de los que no tienen poderío propio.
Hay protocolos que sin importar el poder y grandeza se respetan, ser grotesco solo es digno de los que no tienen poderío propio.
- Impulsivo,… herido,…trazos de amor perdido… otra
vez- susurro sus voces y fijó la mirada en Julio Cesar.
Aunque siempre se burlase de él, por
costumbre antes que real antipatía, lo que había presenciado esta noche, le
había producido una reacción visceral, desde hace mucho no sentía, una
sensación tan humana que reconoció como asco; Las respuestas a las preguntas que Kefren le
hiciera Kat, antes de defenestrarla Kat no
las sabia, ella solo disfrutaba de la resonancia de un antiguo amor, el de Julio Cesar, tan antiguo como el mismo,
esa humana, era la mejor copia que había visto, de la grandiosa Reina del
milenario Egipto…. Ah seguro ese malvadito de Kefren ya se había dado cuenta de la “verdad muda”, y
la eligió como la peor de las afrentas…
- Hoy me has demostrado lo que necesitaba Julio…. Hoy puedo decir
que has conmovido un poco a este loco
corazón.-
Ríe despacio mientras se desplaza
con lentitud a través de los hipnotizados vampiros que escuchaban atentamente
los gritos de Audy y las respuestas de Kefren, hasta situarse detrás de Julio Cesar, quien al
sentir su presencia, la toma de la mano con fuerza, mirándola con enojo, Le
habló con lentitud anormal, como si le costase contenerse o pensar en lo que
decía.
-
Lo que
tengas que decir, dilo, si no fuese porque que estas maldita por la fuerza del
Malkav, no te creería tu argumento de
locura… háblame Medea.
-
Julio… No importa la locura con la que adorne
mis palabras, siempre es horrorosa
la verdad que encierran…piensa en ella
no busques entenderlas… Shhh!….- Se
ponía el dedo sobre los labios, descubriéndose la blanca muñeca, frente
a la boca del príncipe.- Necesito hablarle solo al rincón más íntimo
que tienes…- ¡No Julio no, ese no¡... me refiero al otro… por dios… lo que
piensas aun en estos momentos… jejeje… Lo que veas, lo que sientas, considéralo
un regalo para la memoria de la Reina gata.- Y el príncipe que la miraba
confundido, asintió, hundiendo los colmillos en su muñeca, bebiendo rápida y
fugazmente de su sangre.
Y la vio, en su bikini con el
sombrero de paja enorme y los lentes de sol,
agitados por el viento, en Central park, la muchedumbre caminando y
gritando, los niños jugando alrededor suyo, así como los flashes de las cámaras
de algunos inadaptados que la inmortalizaban en su locura, la vio terminar de
escribir la carta y dejarla sobre el
verde pasto antes de sumergirse en el lago de pronto la visión se congelo en
una escena del parque, haciendo un zoom a un ganso, que sostenía en su pico una
caja vacía de pop corn mientras pisaba
un cartel escrito a mano, con letras rojas : “El enemigo de mi enemigo,
es mi amigo”- agitaba las alas como llamando la atención, antes de evacuar una
gran cantidad de excremento sobre la basura al lado del cartel. Todo se volvió
negro y de pronto, al abrir los ojos
todo era demasiado luminoso, las doradas arenas del desierto reflejaban
la luz de la Luna gigantesca sobre su piel
blanca, mientras se acercaba a
los pies de una gran Pirámide en construcción infiltrándose dentro de esta,
bajando cada vez más por corredores interminables, en su camino se encontraba y
acompañaba a una hermosa mujer de ojos verdes y cabellos negros sedosos, no
había sonido solo las imágenes de ambas conversando con sonrisas, la mortal le
señalaba las bóvedas, los tapices, que pasaban frente a ellos, Un gran sol, una
gran Luna y toda la historia de la novela idílica de los dioses antiguos, la
siguiente imagen fue la de una cama un
hombre tenido en ella, con aspecto relajado y complacido. Y luego la nada! El
espacio, el sol y un brusco despertar a la realidad.
-
Hay cosas
muy íntimas que no te permito mirar julio... y otras que no debes saber… aun.
Quieres un último consejo de loca a ¿Jefe Militar Inteligente?…. Es preferible
tener al amigo cerca, pero al enemigo aún más… Si hoy vas a hacerle daño a Kefren… tendré que defenderlo… está en desventaja… mi
lado amable y tierno ¡tiene! que optar
por ello… te agradecería que le perdones la vida y a pesar de sus sandeces… lo
acojas como un invitado poco placentero
en tus mazmorras.- le sonríe tristemente
– Yo también ame a esa pequeña e indecisa reina.
Julio Cesar estaba inusualmente
inmóvil, lo que pasaba por su mente o lo que quisiera hacer con ella, nunca lo
dejo saber, solo pudo volver a moverse cuando Medea, le acarició el rostro
antes de saltar impresionantemente rápido
y caer, sobre Audy, cogiéndolo del cuello y obligándolo a sentarse.
– Lo siento cariño…. No podre ser tu madrastra – Ríe- Tu
papi es muy malvadito… - Le muerde cariñosamente la mejilla, mientras le susurra al oído, antes de
erguirse y caminar hacia Kefren y caminar alrededor de él, jugando con sus
cabellos y acariciándole.
- Eres un chico taaaaaaaaan malo…. Que sé que romperás…. Mi corazón…
¡También!…. que le has hecho a ese pobre chiquillo – mira a Audy – te esperare
en casa… no demores y quiero sepas que
si lo haces… aun así te esperare… Uds. los chicos malos, tienen algo que me
intriga… dan ganas de hincarte el diente… -
Medea ríe a carcajadas… mientras sale caminando del recinto, agitando
la mano y despidiéndose con una
reverencia de cada uno de los invitados.

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