jueves, 27 de febrero de 2014



La fiesta era tan interesante como podía esperar de ella y tenía dos opciones, rascarme la nariz o buscar alguien con conversar, cosa poco sencilla pues los temas de conversación interesantes no era muy abundante entre tanto objeto de museo, de museo de cera diría yo. Con mi viejo amigo Zacarías no era el momento, teníamos que intercambiar algunos volúmenes y quería consultar su biblioteca particular para tratar de averiguar sobre el tapiz unos detalles que me intrigaban. Aún iba a tener suerte, ahí estaba sentada Alankar, la eterna muchacha, sola como casi siempre, su aspecto no la ayudaba mucho, pero me caia bien porque el mio tampoco me ayudaba a mi, aunque no me afectaba como a ella.
-Alankar, lo bueno de que te dejen sola es que no tienes que aguantar sus interminables aventuras absurdas y aburridas.
-Jenofonte, me alegra verte, me pone nerviosa toda esta gente.
-Casi como a mi, cuando estoy mas de una hora con ellos empiezo a envidiar a todos los viejos amigos que ya han muerto.
-Jajajajajaja, menos mal que has venido, no crei que te fuese a ver, se que no te gustan estas reuniones.
-A ti tampoco, pero era necesario, algo va a cambiar en esta ciudad y no me puedo permitir quedar al margen.
-Yo también lo noto, y lo deseo, no me puede ir peor, aparte de ti y los tuyos los demás me tratan como una mascota salida del circo, cuando soy tan antigua como ellos, incluso fui tan poderosa pero me veo en el espejo y he acabado dándoles la razón, y no me gusta.
-Cuando todo ocurra necesitaré contar contigo, y necesitaré que cuando te mires en el espejo no veas la forma sino lo que eres realmente, ya sabes de lo que te hablo, te necesitaré ti y todo tu poder desatado, no te quiero limitada por absurdos complejos, ya no eres una niña por mucho que lo aparentes.
-Siempre contarás conmigo, somos amigos y eso hacen los amigos, además te debo mucho, sin ti hubiese acabado loca.
-Silencio, siento una gran poder acercarse.
 De pronto, una de las cristaleras se hace añicos y el viento helado entra con fuerza en la sala apagando las velas y revolviendo ropajes y cabellos....
- ¡Tú! ¡Cómo te atreves!

Julio Cesar se levanta y dando un golpe parte la gran mesa en dos.
- Su sangre puede devolvernos la luz del sol y contra ese poder, querido Julio, ni tú ni toda Roma junta puede vencernos. ¿Quien juega en mi equipo?
- ¡Yo! - exclama Wasim, el Ventrue, que no ha olvidado el rencor -. ¿Quien más se une a mí y a Kefren?
-Alankar, será mejor que abandones este lugar, se va a poner la cosa muy fea.
-¿Vas a ayudar a Julio o al Kefrén?
-No pienso ayudar a ninguno de los dos, mi pacto es con el ladrón, si hay suerte matarán a este idiota, no le echaría de menos, no me ha gustado nada lo que ha hecho con la muchacha, aunque fuese una humana merecía un respeto, y Julio también, pues es su casa. Ese Kefrén no conoce la educación. Salgamos por esa ventana mientras nuestro “amigo” distrae la atención.
-Pero a ti no te afecta mucho lo de sol, no puedes ir mostrando tu aspecto ni de dia ni de coche, tu lugar está en las sombras, como yo.
-La luz de sol es una debilidad que puede matar, y si puedo eliminarla lo haré, pues eso me hará mas fuerte, nos hará mas fuertes a todos. Aquí también luchan por el poder, y esa lucha ya no va conmigo, de momento. Vamos, salgamos y desaparezcamos, estaremos en contacto, he de ir a un lugar.
Salieron por la ventana mientras en el salón todo era un escándalo de voces y gritos, mejor, así no se darían cuenta de su fuga, y desaparecieron en la noche sin que nadie les siguiese.

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