Los antiguos piensan pero no hablan

Julio Cesar andaba intranquilo.  Rescató a su preciosa ghoul de los colmillos babeantes del antiguo que la estaba saboreando y la sentó en su regazo.

- Kitten, algo va mal.
- Los antiguos se divierten, amo, pero podemos sacar a los esclavos de reserva para una cacería.
- Mejor no.  Son algo sucios comiendo nuestros invitados y lo dejarían todo perdido.
- ¿Una orgía al estilo humano?
- No creo que se acuerden de cómo utilizar ciertas partes de su cuerpo y no son dados a los placeres menores.
- Puedo tratar de relajarte a ti... - Kitten desliza sus dedos dentro del pantalón de su amo.
- Tus manos calientes como atizadores son lo mejor. ¿Crees que soy un pervertido por gustarme jugar con humanos de esta manera?  Una raza inferior, sin evolucionar, apenas animales según el criterio de la mayoría, sobretodo de los Antiguos.
- Un príncipe puede permitirse todas las perversiones que desee -y diciendo esto, Kitten lleva su boca al miembro erecto de su amo.
- Es tan caliente tu boca... Algún día te convertiré... pero no hoy.

Kitten hace un gesto de desilusión pero continúa con su labor de darle placer a su amo, aunque es consciente que no hay mayor placer para un vampiro que el placer de la sangre.  Algunos Antiguos giran la cara con repugnancia.  El Príncipe es una muestra viviente de la degeneración de la especie y de como la divina sangre de Caín se va adulterando generación tras generación.  Tendrían que acabar con todos estos chiquillos herejes y pervertidos y volver a los orígenes.  La convivencia con los humanos sólo ha llevado a la perdición.  Pero se cuidarán de expresar sus pensamientos en voz alta, después de todo, el poder del Príncipe viene directamente de Roma.  ¿Cómo enfrentarse a él sin enfrentarse también a toda la Camarilla?  Mejor callar y disfrutar de la comida gratis.

De pronto, una de las cristaleras se hace añicos y el viento helado entra con fuerza en la sala apagando las velas y revolviendo ropajes y cabellos....