miércoles, 21 de mayo de 2014

Apocalipsis now...



Olaf el Terrible se rasca la espesa barba pelirroja antes de exclamar:

- ¡Maldita sea, Julio! ¡Me promestiste diversión!  Y lo único que tenemos es una ciudad cargada de espesa niebla.  Odio la niebla, se filtra bajo la armadura.  ¡Odio la sensación de ropa mojada sobre la piel!
- No esperaba que Kefren se retirara sin presentar batalla.
- Te puede el orgullo, Julio, crees que todos piensan igual que tú, que se lanzarán al ataque ante el primer insulto.
- ¿Acaso no somos una raza orgullosa?
- Tu raza sí, demasiado.  Pero Kefren no necesita demostrar nada.  Si es cierto que posee el poder de caminar bajo el sol y la capacidad de otorgarlo también a sus seguidores, ¿por qué habría de arriesgarse ante nosotros?  Sólo tiene que esperar a la llegada del día para atacarnos a traición mientras dormimos.  ¿Qué?  No me mires así.  Un Tremere no se distingue precisamente por su nobleza.  Y algo me dice que poco le importará a Kefren pasar a la historia cainita como el asesino de príncipes y el destructor de la Camarilla.
- ¡Calla!
- Tu opinión me importa poco.  Tengo a Roma pendiente de lo que suceda aquí y ahora.  No se tomarán a buenas que nos quedemos de brazos cruzados, que no hayamos intentado dar con el traidor y aniquilarlo.
- Contaba con Audy Schreiker, con despertar sus sentidos filiales y poder localizar a Kefren a través de él.  Tengo Tremere leales a nuestra causa que podrían haberle enseñado un par de trucos a ese bello Caitiff.  Pero logró escapar a mi estrecha vigilancia. -Julio mira severamente a su chiquillo-.  Incluso contaba con Kirk, el vampiro desnaturalizado, en obligarlo a ayudarnos, pero a estas alturas debe estar más muerto que vivo. -Marco toma la prudencia de mezclarse con los soldados y evitar la mirada de su sire.
- No es por fastidiar, Julio, pero puedes imaginarte lo que Roma pensará de ti, si no puedes gobernar en tu propia casa, ¿cómo gobernarás una ciudad entera? -Julio le lanza un gruñido profundo y tenebroso en respuesta-.  Gruñe lo que quieras, si no damos con Kefren, mañana podemos estar todos convertidos en polvo.
- Peinaremos la ciudad, no quedará calle ni barrio por escudriñar.  Encárgate de la red de cloacas, podría ser un buen escondite.  No el que yo escogería pero Kefren no es de mi estirpe, ¿cierto?
- Muy cierto, príncipe, ahora te escucho.  Nos quedan cinco horas antes de la salida del sol.  Aquellos que no están a nuestro lado en estos momentos, están en nuestra contra.  Roma entenderá la matanza.  ¡Regimiento Olaf! -llama a su compañía.  A su alrededor se unen cainitas de diversos clanes, fieros y sedientos de acción-.  Llegó la hora de limpiar la ciudad -sonríe Olaf mostrando su mirada roja y hambrienta de violencia extrema.  No es lo que Julio hubiera querido para su ciudad, volver a los años oscuros, no, él ama la civilización, pero problemas desesperados urgen medidas extremas.

¡AL ATAQUE!

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Rose los ve venir de lejos.  Una ola vampira que avanza desde el Huston y el East River en dirección hasta el Central Park. 

- No podré esperar más, Larissa, no debemos correr el riesgo.
- De momento son vampiros contra vampiros, deja que se maten entre ellos.
- No lo entiendes.  El poder de Kirk en malas manos supondría nuestra extinción, la esclavitud de la especie humana ante el mal más extremo.  Dios puso monstruos sobre la Tierra y les cedió el dominio de la noche y la oscuridad.  Lo acepto.  Pero el día es nuestro, ha de ser nuestro.  ¿Cómo si no podremos mantener el equilibrio?

Larissa se queda pensativa un buen rato.

- ¿Estás segura de que quieres arriesgarte a destruir la ciudad para pararle los pies a Kefren?  Morirán cientos de inocentes.
- No hay noticias de Tanairy, mucho me temo que era demasiado joven para la misión y que lo hemos perdido.  Mi obligación ahora es proteger al resto de millones de inocentes, del país y del mundo entero.  Voy a dar la orden.  Dile a tus lobos que se refugien en el metro. -Acciona el pinganillo colocado sobre su oreja-.  Oso Polar a Águila Roja, activen código Alfa.

Al momento le llega la respuesta.

- Águila Roja a Oso Polar, recibido...  Señora, ¿está segura de esto?
- Estoy segura, envíen pronto a los cazas.
- Póngase a cubierto y buena suerte.
- Lo haré, gracias.

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